En esta entrada voy a hablar sobre un mecanismo de control social: el convertirnos en olvidables para prometernos ser escuchados y ser los elegidos. Se ha escrito mucho sobre la culpa como aglutinador social. Es un esquema similar: se genera una necesidad y se suple. Me explico, primero le dices a los homínidos que fornicar es pecado. Como todo el mundo fornica (al menos así era antes del desarrollo de la industria del entretenimiento) eso te convierte en pecador automáticamente. No lo sabías antes pero ahora ya lo sabes. Si vives en pecado tienes que sacarte ese pecado ¿Quién te lo va a sacar? pues el mismo que te dice que estás en pecado, de esa manera, tu gallina pasa de tu corral al corral del pastor. Con los relatos pasa lo mismo. Primero opacamos tu relato, cuando estés sin uno desearás tenerlo: entonces yo te lo proporciono.
Además, el olvido, como mecanismo opuesto al recuerdo, tiene algunas características propias: es necesario porque los individuos no podemos tener recuerdo de toda nuestra historia previa. Es la paradoja de "Funes el memorioso" el famoso cuento de Borges. Necesitamos olvidar para centrarnos en lo importante. Las vivencias son exponenciales, el relato es lineal, aritmético. El olvido selectivo es necesario por tanto. Sin embargo, como todo, ¿Quién decide lo que se olvida y quién lo que se recuerda?
Olvidar es hacer limpieza
Hay un momento en el que te das cuentas de que ha cambiado tu relación con el mundo. Si hasta ahora querías acumular experiencias, a partir de ese darte cuenta, lo que quieres es eliminar, hacer limpieza existencial. Ya no te llama conocer gente, viajar, experimentar. El mundo también cambia en su relación contigo: eres viejo, hablas mucho de tus experiencias, careces de proyectos... y por ese motivo, amablemente el mundo deja de esperar de ti. Dejamos de mirar hacia adelante, donde ya no esperamos nada, para mirar hacia atrás, que es donde lo hemos dejado todo. Nuestra existencia comienza a difuminarse ya en vida. Debemos borrar, olvidar, para resaltar lo que es importante.
Nuestra existencia da vida a los pequeños recuerdos que vamos recolectando como trofeos de nuestra existencia. Morimos y cuando nuestros herederos vienen a ejecutar la herencia, la mayoría de esos objetos que tenían un significado para nosotros se van a cajas. Las cajas es un limbo en el que mantenemos esos objetos antes del acto heroico final que supone tirarlas a la basura.
Las viudas: ¡Qué gran fuente de negocio!
Respecto al discurso personal, en el sistema patriarcal, éste recaía en los hombres. Al fin y al cabo ellos eran los que tenían que competir, defender y defenderse en el ámbito social. Las vidas de las mujeres se parecían mucho entre si: tener familia, cuidar, darse a respetar... Al menos en mi familia ha sido así.
Hay otra diferencia de género muy salientable y que tiene que ver con los relatos y los discursos. Lo que voy a decir es polémico y se basa en una observación empírica: se observan muchos más casos de adeptas que de adeptos en las sectas coercitivas. Esto puede ser debido precisamente a esa falta de discurso personal que han tenido tradicionalmente las mujeres. Hay otro factor que creo que es importante en esta cuestión. La atención social de las mujeres fluctúa más dramáticamente que en el caso de los hombres. Me explico. Respecto al "sex appeal" las mujeres desde que tienen pechos hasta aproximadamente la cincuentena reciben mucha atención de los hombres. No es así para el 95% de los hombres que no somos superatractivos. Tanto para hombres como para mujeres, existe ese momento en que ya dejamos de esperar del futuro, como hablaba en el apartado anterior. Para las mujeres darse cuenta de que no le interesan a nadie, una vez su atractivo sexual ha desaparecido, es mucho más brutal que para los hombres que nunca lo hemos experimentado. Es en ese momento que percibimos que somos insignificantes, irrelevantes y absolutamente carentes de nada que decir. ¿Qué es lo que más anhelamos en ese momento? dos cosas: ser escuchados, o lo que es lo mismo, no ser ignorados y tener un propósito de vida. Esta vulnerabilidad es explotada por los manipuladores de las sectas coercitivas. Escuchar es parte del plan para explotar las debilidades del adepto y controlarlo. Prometer pertenecer a una élite es halagador para aquellos que sienten que son unos mindunguis, unos irrelevantes. Dar un propósito es dotar al futuro de una significancia que se había perdido.
Las viudas ricas han sido siempre diana de los manipuladores. Mahoma, en su carrera hacia el estrellato, se apuntó un matrimonio con una viuda rica como manera de financiar la expansión de su relato. Las viudas son siempre blanco de este tipo de personajes. La pérdida de relato genera la necesidad de uno. ¡Qué buen negocio es cambiar dinero por palabras! De eso se trata precisamente la economía del siglo XXI. La cantidad de tiempo y dinero que el mundo está gastando en que las personas crean que posteando le llegan a alguien, que son alguien por el mismo hecho de postear aumenta. Los viajes ya no se hacen por el placer individual del viaje en si, sino por la oportunidad de contárselo a otros, por atesorar experiencias, por sentir que nos apartamos de la insignificancia y el olvido.
Querido lector, las motivaciones que tengo para escribir estas líneas no es otro que dejarle a mis hijos y a mis amigos estas reflexiones.
El recuerdo se puede monetizar
Es imposible que recordemos la biografía de nuestros 16 tatarabuelos. Es imposible recordar una explosión exponencial. En heráldica se estudia el apellido paterno, que es el que se mantenía en el tiempo. En genética el ADN mitocondrial de la madre o el cromosoma Y de los varones. ¿Merece la pena recordar la vida del informático que vive 300 días al año en un crucero, sin familia, pensando únicamente en optimizar su salario? Hay personas que son fácilmente olvidables.
El olvido está ahí. En la película "Coco", los guionistas se dieron cuenta de que el olvido es algo que se puede monetizar en una lógica capitalista. Los muertos son olvidados. Aquellos que han hecho algo por lo que ser recordados, son ricos en el más allá al contar con los recuerdos de los vivos. Recuerdos que se generan por una añoranza, por una canción, por una novela... El olvido es exponencial. El recuerdo y la existencia ligada a ese recuerdo es escasa y por tanto valiosa.
El negocio del recuerdo
Ser recordado siempre ha sido un negocio. Desde las pirámides hasta los sepulcros en capillas de catedrales medievales. Esas familias nobiliarias sabían que quien administraba la memoria ganaba la legitimación. Mientras los demás se enterraban en nichos de pobres y eran olvidados, los mausoleos serían para que el pasado se identificase con los futuros dirigentes. Cuando los estados comenzaron a necesitar algo más que una dinastía de reyes o emperadores para sentir que tenían un historia colectiva, es ahí cuando se firmó la sentencia de muerte del Imperio Austro-Húngaro. Ya no solo tenían historia las casas dinásticas, ahora los pueblos tenían historia. De esa manera, se rebuscó en el baúl de los recuerdos históricos, y oscuros personajes como Breogán, pasaron del anonimato al himno nacional. Ahora somos la "nazón de Breogán" y lo cantamos con arrobo. No se quienes eran mis tatarabuelos y sin embargo, me considero descendiente de Breogán. Vaya vaya. La masa ahora tenía nombre y tenía historia.
Algo similar sucedió con la clase trabajadora cuando se la convierte en un ente con personalidad e historia. Puedes ser un paria de la Tierra y no saberlo. Cuando te dicen que eres un "paria de la Tierra" quieres saber más, quieres saber tu historia y tu futuro. Necesitas respuestas.
Tener una historia te hace individuo
Philip K. Dick en su obra "¿Sueñan los androides con ovejas mecánicas?" que daría lugar a la película "Blade runner" nos mostró cómo los androides desean tener una historia personal de manera dramática. En el surgimiento de la conciencia individual la historia es aquello que nos legitima como individuos. El problema es que el individuo puede tener su propios intereses y estos colisionar con los del amo. Por este motivo, la Tyrell Corporation, dueña de los androides, le encarga al Blade Runner que "retire" a los androides rebeldes. Retirar es un eufemismo de eliminar. Si hiciésemos una analogía biológica, los androides serían células cancerígenas y el Blade Runner un macrófago. De forma muy curiosa, y esto es la primera vez en que reflexiono sobre ello, la única androide que salva la vida es aquella que tiene implantados los recuerdos de la sobrina de Tyrell. Se le permite vivir, no por su calidad de androide, sino por ser el receptáculo de alguien querido por el dueño de la corporación.
Quien maneja los recuerdos de la masa son los líderes
Otra parte del negocio es la de administrar quién está dentro y quién fuera. Los celtas dejaban esta tarea a cargo de los druidas. Para los cristianos, los encargados de determinar quién estaba dentro o fuera quedó en manos del clero. Digamos que los individuos somos muchos y los relatos solo pueden ser unos pocos. El dominio del relato determina quién está en el relato como nosotros o quién se sitúa fuera como heréje, extranjero o desviado.
Generar una necesidad para favorecer una venta
En la famosa secuencia "Vende este bolígrafo" de "El lobo de Wall Street" de Scorssese, el personaje nos muestra cómo la ausencia de bolígrafo genera la necesidad de un bolígrafo cuando al comprador se le tienta con un negocio y no tiene con que escribir la información. En la economía de los recuerdos, no dejar huella genera una oportunidad de negocio. Todas las personas sin historia ni proyección de futuro querrán tener una.
Para que las personas quieran y paguen por un relato, primero hay que desposeerlos de un relato propio. La aculturación es el proceso que se lleva a cabo. En una infografía aparecida en los 90 en National Geographic mostraba a una mujer joven en su habitación de piso compartido en Nueva York. La habitación estaba desordenada. Se veía un ordenador, un walkman (un aparato para escuchar música), una palm pal (un teléfono inteligente primitivo), patines, envases de fideos chinos, ropa de brilli-brilli. Un slogan decoraba el dintel de la puerta: "The future is now". Si, definitivamente ese era el futuro que estaba por venir.
Alquilar no deja huella
Ha habido una evolución, en Occidente, de la relación de las personas con los objetos. El sistema capitalista se ha dado cuenta de que es más rentable: rentar o alquilar que vender. La cantidad de servicios que pagamos es cada vez mayor. Se nos hace ver que, si lo miramos desde un punto de vista económico, pagar ese servicio es "rentable". Hay informáticos (digo informáticos porque como sabemos son un tipo más aislado socialmente que la mayoría de las personas) que viven 300 días al año en un crucero. Obviamente no tienen familia. Descubren que el paquete básico de un crucero es tan económico como mantener la renta de un apartamento. Los paquetes básicos de las empresas de cruceros están diseñados a pérdida. No les es rentable ofrecer esos paquetes básicos. Lo barato de esos paquetes es el cebo para atraer a los turistas. Donde está el negocio es en cobrarles los extras, y claro está, en que los turistas pagan por adelantado y la empresa también funciona como financiera: cobrar por adelantado y tarda a pagar a proveedores. Este informático que vive 300 días en un no-lugar, según la definición de Byun Chul-Han, piensa en las ventajas de entrar en el programa de fidelización de la empresa de cruceros. Su experiencia vital es clavada a la del personaje interpretado por George Clooney en la película "Up in the air"
Un colaborador no deja huella
Las corporaciones actuales creen que es mejor que sus trabajadores se llamen colaboradores. El nombre antecede al tipo de relación que se pretende. Una relación sin ataduras, en las que el colaborador hace su trabajo por que le apetece, por que le sale del corazón. Las responsabilidades en caso de accidente, jubilación si eso... ya tal. Las sectas coercitivas trabajan así, a base de trabajo voluntario. El colaborador asume los gastos médicos en caso de que se accidente. Cuando se jubile si eso... ya tal.
Zambo Rendón no deja huella
La historia africana ha dejado pocos relatos. Muchos de esos relatos se han ido sepultando. Lo mismo ocurre con las historias indígenas. Cuando uno habla, el otro escucha. El problema es que a una gran mayoría que escucha no se le permite que hable. O se les ningunea. El municipio de Samborondón debe su nombre al Zambo Rendón. Con el tiempo se escogió a un santo irlandés, San Brandán, del siglo VI para "blanquear el nombre". Otros pueblos como General Villamil no tuvieron la necesidad de maquillarse fonéticamente.
Nadie puede competir con una buena historia contada por los mejores guionistas y los mejores directores. La hoguera alrededor de la que se juntaba la familia ha sido sustituida por el televisor de pantalla plana con acceso a Netflix. Mi padre siempre protestaba de que sabíamos más de la historia de los EEUU que de la nuestra propia.
Mudarnos constantemente no deja huella
Es brutal la ideología que destilan las películas de Pixar. Es tan tan tan medido el guión para ajustarse a una determinada ideología que ilustra perfectamente qué y cómo es esa ideología. En la película "Inside out" el problema de la protagonista es que no controla sus emociones. En toda la película los guionistas NO PERMITEN VALIDARSE a la protagonista. Ella no quiere dejar su entorno y eso es legítimo. Abandonar la comunidad en la que tienes raices para ir a un sitio nuevo solo por un tema económico es empobrecimiento cultural. En ningún momento se habla de ello, solo de calmar las emociones porque si una familia decide ganar más dinero eso es algo que hay que respetar. No se ve ningún problema en una civilización basada en la avaricia.
Consumir música no deja huella
Una de las actividades que se realizan alrededor de la hoguera, o de la mesa, es cantar. Con la explosión de la industria discográfica se ha conseguido que en las casas deje de haber instrumentos musicales para haber reproductores de música. Antes se compraba y en las casas había discos y cassettes. Ahora se alquila. El proceso de aculturación ha sido inmenso y planetario.
La comida preparada no deja platos sucios
Si la mesa era lugar de reunión familiar y un sitio en donde se pasaban las historias de padres a hijos, acabar con la mesa ha sido decisivo en el cortocircuito de la historia familiar. Mi abuelo se escandalizaba con la costumbre de que los niños abriesen la nevera y se comiesen un yogurt. No era de escandalizarse, por eso su escándalo en este gesto nimio me parece significante. El tiempo alrededor de la mesa debe de ser sagrado y respetarse por el hecho de que es un espacio de transmisión del relato. Donde hay relato hay vida.
Podría seguir con más ejemplos... pero otro día