La comunidad se reune para presenciar eventos ficticios. Esa es una de las funciones del teatro. La comunidad sabe que los miembros que la componen son muchos. Cada una de las personas de la comunidad tiene o ha tenido sus avatares, sus vicisitudes. ¿Merece la pena recordarlos todos? Quizás solo para beneficio de sus familiares más allegados. Para que esas biografías te permitan entender a tus padres y tíos y de paso para entenderte a ti mismo. Los eventos ficticios que le pueden interesar a una comunidad son bastante menos que los miembros que la componen. Hasta los podríamos contar con los dedos de una mano todos los eventos ficticios que podrían ser de interés para esa comunidad. Encontrar los eventos ficticios es una labor similar al que el buscador de oro hace con su batea.
María Zambrano sabía que Sófocles no hizo morir a Antígona en aquel lejano siglo V a.C., sino que la hizo vivir eternamente en cada función. Lo mismo hizo August Wilson con su personaje Troy Maxson de su obra "Fences". El recuerdo se desvanece con cada persona que nos olvida y con la muerte de nuestros coetaneos. ¿Quién se acuerda de mi cuando era un bebé? Mis padres, mi abuela, mi tía... ya no están entre nosotros. Y así debe de ser. No hay drama en ello.
El drama reside en aquello que ha requerido de nuestra decisión y toma de postura. Antígona se resiste a cumplir la ley humana por respeto a la superior ley divina o derecho natural, ello desencadena la propia muerte de Antígona, de su prometido Hemón, y de la madre de Hemón. ¿No hubiese sido mejor haber obedecido a Creonte y dejar sin sepultura a su hermano Polinices? Antígona antepone la vida en el más allá de su hermano al coste en vidas humanas de su acción.
Desde el punto de vista práctico la acción de Antígona es una estupidez, una inconveniencia. Pierde la vida con su acción y gana la batalla al olvido. Cuando los antiguos griegos se sentaban en el teatro a ver la Antígona de Sófocles se reunían para presenciar un evento ficticio. Ese evento plasmaba el deseo que todo humano tiene de trascender, de aspirar a una vida más allá de la que nos permite nuestro cuerpo orgánico. Por ese motivo, el gesto de Antígona al desafiar la ley de los hombres por ser fiel a la ley divina permanece entre nosotros.
El padre en la ficción de Antígona es Edipo, al cual Sófocles le dedicó su obra en "Edipo Rey". De manera genial Sófocles va hilando con las biografías de sus personajes un tapiz que retrata. Sófocles fue también sacerdote de un dios local de la salud llamado Halón. Como anécdota del sentir religioso griego en tiempo de Sófocles está la de la desaparición de una corona de oro de la Acrópolis. Dijo Sófocles que se le apareció Heracles y le había indicado dónde se hallaba. Después de que la joya fuera recuperada, Sófocles empleó la recompensa que recibió en construir un santuario dedicado a Heracles denunciador. ¿Qué podemos pensar de esta anécdota?
¿Qué eventos ficticios le interesa a una comunidad presenciar?
Las comunidades negras de EEUU tenían la música pero no tenían el relato. Tenían los relatos del blues, pero no tenían a un autor que representase los eventos ficticios con los cuales cada uno de ellos tenía que lidiar a diario: la segregación racial, la cultura machista, las familias de árboles genealógicos imposibles, la infidelidad, el alcoholismo... y que esos eventos ficticios tuviesen protagonistas con nombre.
August Wilson escribió cómo la sombra de siglos de esclavitud y racismo marcó la vida de los negros. Pero, en vez de referirse al racismo de manera directa, el racismo de convirtió en telón de fondo y sobre ese paño negro describió los los pequeños detalles de la vida y las decisiones que cada uno de los integrantes de la comunidad tenían que hacer para ganar sus batallas.
Lloré viendo Fences, película dirigida por Denzel Washington basada en la obra de teatro de Wilson, en el avión que me traía a Madrid para ver a mis hijos. Lloré por el encuentro entre dos hermanos de distinta madre, Cory, veterano marine y la niña Raynell en el entierro del padre. Dos extraños que se unen en el momento en que Raynell canta una canción que cantaba su padre y que era la canción que había inventado su abuelo. Es similar a la escena final de "Senderos de gloria" de Kubrick, cuando la prisionera alemana que está siendo vejada en la cantina canta una canción de cuna alemana y las bestias sedientas de venganza recuperan su humanidad cuando recuerdan el amor que sintieron de niños.
Lo mismo que Sófocles escribe sobre Edipo, y también sobre su hija Antígona, uno desea que August Wilson escriba sobre Cory, y también sobre Raynell, además de Troy Maxson, el padre protagonista de Fences. Me interesa porque cuando vemos esos eventos ficticios estamos explicando nuestra propia vida. Descubrimos el significado de nuestras acciones y gestos.
Pensamos que hacemos las cosas sin pensar, de manera mecánica. Desde la ciencia nos dicen que carecemos de libre albedrío,
El teatro nos enseña que en la interacción con el otro nos definimos como individuos. Cada gesto y cada palabra importa. Por eso es fundamental reunirnos como comunidad para presenciar estos "eventos ficticios". Vemos las decisiones de los protagonistas. Valoramos la ética de sus acciones. Como comunidad decidimos y creamos los valores morales en los que queremos vivir.
Qué hermoso leerte, qué linda la reflexión con respecto a la necesidad de los grupos de personas de juntarse para así poder entender su propia historia desde cuestionar y pensar en aquellos hechos que trascienden. Y que importante el papel del teatro que, desde siempre, ha sido un medio para esta experiencia. Abrazo!
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