Hay una miriada de psicólogos actuales que basan su trabajo en señalar que eres un ser débil, así que tu única opción de sobrevivir es rodearte de gente vitamina. Y, lógicamente, en su planteamiento, todo lo que pasa en tu vida depende de lo que otros te hacen. Pero es que resulta que hablamos de tú vida, y quizás y por encima de todo, debes poner el foco en lo que haces con ella, incluido lo que permites que te hagan. Como decía Fritz Perls «detrás de toda queja existe un no asumir la propia responsabilidad».
Debemos entender que los seres humanos somos algo más que sujetos pasivos que reaccionan y sienten en función de lo que ocurre a nuestro alrededor, algo que ya no defienden ni los psicólogos conductistas más radicales, sino que si bien somos influenciados por nuestro entorno, y como seres libres que somos, podemos reaccionar y de posicionarnos ante lo que nos pasa. Hay gente tóxica sí, pero yo también puedo aprender a relativizar al otro, a ponerle límites y a anteponer y defender mi propio criterio por delante de las opiniones ajenas. Si no, me sentiré como una persona indefensa, cuyo bienestar depende de otros, con toda la ansiedad que genera esa ausencia de control de nuestro propio estado emocional y vida. Y desde esa dependencia sólo podré contentar a ese otro que me hace salir adelante y avanzar. A cualquier coste, dándole un cheque en blanco a esa persona vitamina o ser de luz… Y eso es muy peligroso.
La familia como un contrapoder del estado
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